Historia antigua
El nacimiento de la civilización
Los años se convirtieron en décadas, luego en siglos, y finalmente en milenios de tiempo transcurrido. A pesar de su supuesta longevidad, generaciones enteras de Nephalem desaparecieron con los años. Con cada generación, los acontecimientos que fueron reales se convirtieron primero en leyendas y luego en mitos. Los ángeles y los demonios desaparecieron de nuestras conciencias. Incluso los Nephalem fueron convirtiéndose lentamente en mortales similares a nosotros.
La humanidad comenzó a poblar el mundo. Al igual que sus ancestros Nephalem, los humanos construyeron sus propias ciudades y buscaron el conocimiento en los límites más recónditos de Santuario.


Diversos textos cuentan que los seguidores druídicos de Vasily se retiraron a los bosques septentrionales de Scosglen, donde instauraron unos centros de aprendizaje destinados a alcanzar la armonía con el mundo natural.
En otro lugar, los sacerdotes del culto de Rathma condujeron sus ritos esotéricos en una vasta ciudad enterrada bajo las junglas del este. Los poderosos aquelarres de las brujas de Esu se esforzaban por sintonizar con las fuerzas elementales del mundo en su búsqueda de lo que llamaban la magia “perfecta”.
Este período también vio nacer numerosos cultos religiosos exóticos. El místico clan de magos Taan y el supersticioso culto Skatsimi practicaron sus creencias en templos ocultos por todo el este. Santuario vio nacer culturas y civilizaciones evolucionadas, cada una, de las cuales abrazó su propia explicación del origen del Universo y sus misterios. Eso provocó el auge de dos corrientes de opinión distintas: el misticismo y la fe.
En términos sencillos, el misticismo es el estudio de la ciencia, la magia y las fuerzas perceptibles e invisibles que conforman el mundo que nos rodea. Más que eso, el misticismo está fuertemente enraizado en el deseo de todo hombre de ser el amo de su propio destino. La fe, sin embargo, profesa que el hombre debe confiar en poderes más allá de toda su comprensión para determinar su destino e implantar la ética y moralidad que guiarán su vida.
-Libro de Caín-